martes, 11 de enero de 2011

Lector Facundo o la desinformación



Esta es una entrada un poco más fea, por eso no pongo fotos. Prometo que no dejaré que pase a menudo.

Me habían advertido alguna vez de la existencia de este señor (o lo que sea, ya que se esconde tras un seudónimo). Al parecer me había aludido en alguna de las entradas de su blog, y ahora ha dado en dedicarme una. Bueno, no pasa nada. Puede escribir de lo que quiera.

Lo traigo a colación no por el interés intrínseco del blog o de la entrada en particular (exiguo, como se ve en un vistazo), sino porque la entrada de este bloguero es un buen ejemplo de lo que está llegando a ser el peor lado de Internet. Ese que hace de la desinformación, la descalificación arbitraria y el argumento peregrino su santo y seña. Todo, además, desde el anonimato o pseudoanonimato, que siempre da más gusto, a quien no aguanta la cara. Y me da tres botones de muestra, que son los que quiero comentar para ilustrar mi tesis:

1. Acusa al premio Nadal de ser un premio corrupto y a mí en particular de respaldar, por mi corrupción, algunas apuestas concretas de ese premio.

2. Supone que es una trola la que le he colado a un redactor del El País al decirle que mi último libro (un libro arduo de escanear, con profusión de ilustraciones) estaba subido en apenas dos días a una decena de páginas de enlaces.

3. Dice que lo que debemos hacer los creadores es quejarnos menos y demandar a quien nos copie sin nuestro permiso, que para eso están los tribunales.

Bien, no está mal, como ejercicio de la libertad de expresión. Pero qué pena que ese derecho, que se conquistó con dolor, y por el que tantas personas dignas y valiosas perdieron la vida o la fortuna, haya quedado para esto. Vayamos por partes.

Al punto 1. Este señor, como tantos, habla de lo que no sabe. No ha estado jamás en una reunión del jurado del premio Nadal. Por eso no sabe que, en los pocos años en que he estado en él, he votado nada menos que dos veces por obra distinta de la ganadora. Y no voy a darle más información, que no tengo por qué, pero ahí tiene algo que le impide sostener lo que sostiene, salvo con imprudencia. Aunque le habría bastado con informarse mejor de lo que es público (las deliberaciones y mi voto son secretos). Cada año se anuncia el resultado de las votaciones y, por poner el ejemplo de este 2011, la final se resolvió por 4 a 1.

Al punto 2. Sí, es una trola. Que vea la lista siguiente. Es fácil, sale de las dos primeras páginas de los resultados de Google. Pero, de nuevo, informarse es fatigoso.


(Ah, y os propongo un juego: encontrad alguna en la que no haya un banner publicitario, ergo lucro para alguien...)

Al punto 3. Qué argumento. Vamos a contar una parábola. Este señor, imaginemos, escribe libros. Como no se sabe quién es, no sabemos si los tiene publicados o apilados en su casa. Supongamos lo segundo. Supongamos que ha parido tres y tiene las copias al lado de su ventana. Cada día pasa alguien y le quita esas copias. Cada mañana las repone, pero a la noche han vuelto a desaparecer. Y así una y otra vez. Imaginemos que la respuesta de las autoridades fuera: demanda cada día a quien te va a seguir birlando las copias. Gasta todo tu dinero en abogados, y todo tu tiempo en pleitos, que para eso está.

En fin, más allá de esto, el que suscribe está muy lejos de tener la menor intención de perseguir a sus lectores, paganos o no. De lo que se trata es de que la situación se reconduzca a algo razonable, por parte de todos. Creo que los creadores, al menos éste, ya hemos reconocido que hay que cambiar el modelo (y en ello estoy, y no de hoy, sino desde hace diez años). Pero para poder hacerlo, hay que empezar a aventar opinadores de este jaez. Y desterrar, no de la Red, que tiene que seguir acogiendo a todo el mundo, pero sí de la agenda del debate y de las decisiones, sus nimios, irresponsables, desinformados e inconsistentes argumentos.

Abrazos.

4 comentarios:

María dijo...

Totalmente de acuerdo con tu entrada, Lorenzo.
Mucho ánimo
Un fuerte abrazo
María

Corso dijo...

Ojeando la página que enlazas del, bueno, prefiero ahorrame el adjetivo, me ha recordado automáticamente al afamado padre Apeles. Con tal de ser reconocido y leído, más uno siembra el morbo y el analfabetismo como le viene en gana. Lo curioso es que además parece que le funciona.

Hace bastante tiempo me enviaron el enlace a un artículo que publicó sobre algún libro o artículo de Arturo Pérez-Reverte. Al igual que me ha ocurrido con este, no fuí capaz terminar de leerlo. Me ocurre lo mismo que con los programas de sobremesa: no puedo sostener la vista en la pantalla más de un minuto.

Mercachifles ha habido y habrá por siempre en todas partes, pero basta con ignorarlos.

Un saludo desde Jaén.

Pilar dijo...

Lo triste es que también sea novelista. Qué mundo éste, el de los escritores.

Samantha Keyela dijo...

La ira no es buena, suele cegarnos, así que el lector iracundo puede tener serios problemas de percepción.
Es una lástima que las editoriales también los tengan, aunque por otros motivos, y al final resulten perjudicados escritores y lectores.